"El estado de ánimo del opositor promedio es de una indiferencia resignada y navideña. Muchos ya han cuadrado sus viajes nacionales o internacionales, con fecha de salida antes del 16 de diciembre".
La campaña opositora está como beso de boba (o de bobo)
Por: Clodovaldo Hernández
Mi compadre Ernesto Vegas usa una expresión (de impronta machista, hay que admitirlo) que sirve para ilustrar la campaña electoral desarrollada hasta ahora por las fuerzas opositoras: está más fría que beso de boba.
En buena medida, esa frialdad es una consecuencia natural de la derrota reciente. La sola idea de volver a votar enfría el ánimo de quienes vienen de morder el polvo. "Vamos a perder de nuevo", piensa el elector común, víctima del estrés postraumático electoral y opta por irse al centro comercial a gastarse las utilidades.
Este síntoma es especialmente lacerante en el caso de Miranda, donde el antichavista silvestre tiene el peso adicional de que si hace el sacrificio de ir a votar, tendrá que hacerlo por el mismo personaje que iba a ganarle a Chávez. "¡Nojombre –dirán muchos-, si todavía no se ha sacado los golpes!". Y al ser el mismo candidato, es la misma gorra, los mismos afiches, los mismos jingles de radio. "¡Ay, no que fastidio!", exclaman hasta los fanaticazos.
Cómo estará de lenta y aburrida la campaña que en estos días estaban convocando a una asamblea a los vecinos de Montecristo, en el este de Caracas, ¿y saben ustedes cuál era el atractivo principal, el anzuelo con el que pretendían pescar a los participantes? Pues decían, a través de los megáfonos, que en la asamblea estaría "el periodista de Globovisión Chúo Torrealba".
"Esta gente está grave –me comentó un camarada en la avenida Rómulo Gallegos-. Si Chúo Torrealba es el cantante principal, ¿cómo serán los teloneros?".
El Estado de ánimo del opositor promedio es de una indiferencia resignada y navideña. Muchos, en especial de la clase media, ya han cuadrado sus viajes nacionales o internacionales con fecha de salida antes del 16 de diciembre, de modo que tendrán una abstención con sabor a pescado margariteño o a pavo pitiyanqui.
La dirigencia opositora intenta por todas las vías posibles calentar la calle con cuentos de comunas y lobos con disfraz de consejo educativo que se comen a los niñitos crudos. Pero algo pasa que la llama no agarra cuerpo. Para decirlo a la manera del compadre: como beso de boba. O de bobo, que hasta cuadra mejor.
(clodoher@yahoo.com)
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