Por: María Vázquez Lorca
Las palabras dicen lo que somos, cómo somos, aún sin pretenderlo. La clave, éxito u objetivo, es elegirlas. Sí, la elección. Elección de un verbo y no el otro, ya que no es lo mismo “querer” que “desear”. Tampoco es lo mismo “fracasar” que “haber perdido”. Así como, no es lo mismo “enseñar” que “dar a conocer”. Esta elección siempre significa comunicar lo que se quiere (aunque ya sabemos que una cosa es lo que usted quiere decir, otra lo que usted ha dicho realmente y otra muy distinta lo que su público ha entendido), y no es inocente ni casual, revela aspectos muy importantes de nosotros, algo que queramos o no, comunicamos inconscientemente. Así que utilizar frases interminables en lugar de un estilo más sencillo, es elegir qué queremos comunicar. Todo forma parte de nuestro discurso, del flirteo, del flechazo con nuestro interlocutor porque por si no lo sabías, la comunicación es un juego de seducción y seducimos con el lenguaje ya que nada es casual y porque detrás de las palabras, siempre están los gestos.
Sabemos que las palabras nos definen, definen las realidades de las personas pero podríamos preguntarnos si la elección de las palabras ¿revela siempre algún dato de quien las dice?. Sí, además, esconde intenciones y gestos, así como, verdades y también mentiras.
Hay que recordar que no hay palabra sin trampa. Por muy increíble que sea un discurso, detrás de estas palabras pensadas y elegidas minuciosamente, pude haber una mentira, una contradicción o una idea absurda. Esto nos lleva a afirmar que, como siempre, tan importante es la forma como el fondo, el qué como el cómo. Y, hablando de fondo, conviene recordar un aspecto importante, aquello que decimos no vemos, pero sí que transmitimos. Un tic a destiempo, un ceño fruncido, unas manos agarrotadas…la gestualidad o comunicación no verbal, siempre es reveladora. Un ejercicio muy ilustrativo a este respecto es ver en la tele, una comparecencia pública, sin sonido y analizar cómo y cuánto recibimos información sin apenas ser conscientes. Percibiendo numerosos detalles que comunican.
Fuente: Blog Maria Vázquez
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