martes, 19 de marzo de 2013

Túpac Amaru



El 19 de marzo de 1738 nació en Surimana, Canas, Virreinato del Perú, José Gabriel Condorcanqui Noguera, mejor conocido como Túpac Amaru, líder indígena que encabezó el mayor movimiento de corte indigenista e independentista en el Virreinato del Perú, siendo el primero en levantar su grito de libertad en la América toda, planteando la eliminación de toda forma de dependencia, subyugación y explotación de los pueblos indígenas.

Túpac Amaru II conmocionó e hizo temblar de pavor al régimen colonial español más omnímodo del planeta tierra en el siglo XVIII con la insurgencia que lideró de noviembre de 1780 a mayo de 1781.

Fue descendiente directo de Juana Pilcowaco, hija del último Inca Túpac Amaru ajusticiado por el virrey Francisco de Toledo en la plaza cuzqueña de Waycaypata.

Teniendo ese origen ilustre y simbólico heredó el cacicazgo de Tungasuca, Surimana y Pampamarca.

Era arriero de oficio, dueño de una piara de 350 mulas con las cuales hacía transporte de carga entre las ciudades de Potosí y Lima.

Al llegar a los 20 años contrajo matrimonio con Micaela Bastidas de apenas quince años, natural del pueblo de Pampamarca, con la que tuvo tres hijos varones: Hipólito, Mariano y Fernando.

Ella lo acompañó en su gesta libertaria dirigiendo el ejército de retaguardia, razón por la cual con atroz suplicio también fue subida al cadalso.

El 4 de noviembre de 1780 se inicia el movimiento militar liderado por Tupac Amaru, los objetivos que se plantea esta insurrección son: la defensa de las condiciones de trabajo del indio y el reconocimiento de los legítimos derechos de la antigua nobleza incaica y en el marco de estas exigencias, lograr la unificación de las distintas comunidades, desperdigadas como consecuencia del mismo proceso colonizador e incluso a un sector importante de mestizos para conseguir una alianza “anti-española”.

La rebelión se inició en la provincia de Tinta y se extiende por veinticuatro provincias, desde el Cusco hasta las fronteras de Tucumán. Su duración fue de tres años, tiempo en el cual murieron cien mil indígenas. Mientras las tropas de Tupac Amaru podrían haber llegado entre cuarenta y sesenta mil hombres en el mejor momento, es decir, cuando se produce el sitio de la capital del Cuzco, el ejército realista estaba conformado por más de treinta mil.

Al lograr grandes proporciones la insurrección, la movilización de las masas indígenas produjo el temor blanco, lo que se percibe históricamente en la actuación que tuvieron las autoridades virreinales, luego de aplacar la rebelión, cuando intentaron acabar con el mito del Inkarrí y toda la descendencia de la familia Tupac Amaru.

El líder de la insurrección fue ejecutado públicamente en 1781, en compañía de su esposa, sus hijos mayores y seguidores más cercanos. Su cuerpo mutilado fue esparcido por las diversas zonas que participaron en la sublevación. Como la ejecución del líder no logró el objetivo esperado, los españoles ordenaron la extinción de toda la descendencia de Tupac Amaru hasta el cuarto grado de consanguinidad, la prohibición de la circulación y lectura de los comentarios del inca Garcilaso de la Vega y la restricción de información genealógica de la nobleza incaica; así como la supresión de la enseñanza de la lengua quechua en la universidad de San Marcos.

Con posterioridad a la terminación ya de la segunda mitad del siglo XVIII tuvo lugar en el virreinato de la Nueva España diversas revueltas, motines y sublevaciones de indígenas. Pero ninguna de estas formas de descontento logró tener la trascendencia y explosividad que caracterizó a la rebelión de José Gabriel Tupac Amaru, ni siquiera la revuelta de 1761 encabezada por Jacinto Canek en Yucatán. Al igual que en la sublevación de Los Andes, la incitación del sentimiento indígena en contra de los blancos fue el móvil principal de esta revuelta, que logró infundir alarma entre los habitantes blancos de la apartada península. Las autoridades virreinales pusieron fin a esta insurrección, por medio de sus métodos tradicionales de organizar expediciones militares seguidas por la ejecución pública y sádica de líderes indígenas.

Tupac Amaru sería el primero en dar ese grito de libertad que se esparciría por toda la América combativa, después de él, ya esta jamás volvería a ser la misma, vendrían millones de Túpac Amaru a luchar por nuestra dignidad y soberanía a seguir su combate libertario por nuestra independencia, solo que esta vez estamos cargados de victoria y futuro.

Fuente:

Lewin Boleslao, La rebelión de Túpac Amaru y los Orígenes de la Independencia Hispanoamericana. SELA. Buenos Aires. 2004.

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