El ambiente político se satura de los llamados a la conciliación, se habla de que todos somos iguales, de unir al país... Estas convocatorias vienen aderezadas con declaraciones de voceros del gobierno que prometen larga y próspera vida al sector privado, y medios oficiales proponiendo un socialismo en convivencia con el sector privado y la conciliación nacional. Analicemos.
¿Es posible la conciliación en un país capitalista?
La respuesta es un rotundo ¡no! Mientras exista propiedad privada de los medios de producción existirá sociedad dividida en clases y una cultura, una espiritualidad, que respalde esta división. Unos pocos dueños se enriquecerán a costa del trabajo de la mayoría explotada y se apropiarán de la riqueza social. Esta división de la sociedad es propia del capitalismo, y es barrera infranqueable a la tan deseada reconciliación nacional.
Sólo el Socialismo es capaz de la reconciliación nacional porque sólo él es vía para acabar con la división de clases. Se desprende que los planteamientos de unidad nacional sin avanzar hacia el Socialismo son un fraude, o en el mejor de los casos una candidez.
¿Por qué con el triunfo electoral florecen las proposiciones conciliatorias?
La respuesta debemos buscarla en la puja ideológica entre el proyecto socialdemócrata reformista, deformador, caricaturizador del socialismo, y por otro lado, en la orilla opuesta, el proyecto socialista.
Los socialdemócratas no pueden avanzar hacia el Socialismo, su ideología, su alma de pequeño burgués no les da para emprender ese camino, su querencia natural es la hipocresía de la conciliación, del pacto que facilita la dominación burguesa, y al verse en la frontera del cambio, de la posibilidad socialista, retroceden medrosos a territorios de pacto. Son cómplices del asesinato del Socialismo, lo enmascaran, lo disfrazan, van con vergüenza, con eufemismos, pero alegres, a su entierro.
Hoy en Venezuela el pacto socialdemócrata, que pretende unir a explotados y explotadores en una colaboración de clases, es una traición a los humildes. Es ilusión.
Recordemos que con el pacto de punto fijo la contradicción entre populismo y renta estalló y abrió paso a la Revolución Bolivariana. Pretender restaurar un pacto populista (reeditar la turbulencia), nunca resolverá la contradicción. El dilema de hoy es Socialismo o fascismo.
El Socialismo supera al capitalismo en cualquier versión, fundando una nueva manera de vivir, una nueva relación entre los humanos.
El fascismo instaura un neoliberalismo dependiente, creador de miseria, inseguridad, delincuencia, excluyente, fragmentador de la sociedad, todo amortiguado con una inmensa represión.
Los que hoy hablan de pacto, de conciliación, en realidad están hablando de fascismo, de violencia, a eso conducen los caminos de su restauración. El único camino a la paz, a la sociedad del amor, es el Socialismo.
¡Irreverencia en la discusión, lealtad en la acción!
¡Con Chávez siempre!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios