Llegó la llamarada perenne que nos ilumina desde el comienzo del siglo, regresó el Comandante Chávez, surgió montado en poemas y el viento huracanado de Fidel, vino con el vigor del Moncada, del 4 de febrero y del Paso de Los Andes. Con él acudieron Cristo y su legión de combatientes de las catacumbas, los que enfrentaron al Imperio Romano, Bolívar, el hombre de las dificultades, Zamora, Fabricio, todos acompañando el sueño y la esperanza.
Regresó Chávez con un nuevo reto, está enfermo, es una realidad que debemos enfrentar: los grandes de la historia son humanos que llevan en sus entrañas la fuerza de los tiempos, y simultáneamente la fragilidad de lo biológico. Es así, los grandes líderes se debaten entre la llamarada que los mueve y la finitud de la vida. Los pueblos adoptan, se iluminan, con el fulgor de lo trascendente que los guiará y será su patrimonio, que formará parte fundamental de su alma.
Somos sin duda privilegiados, este país ha parido grandes hombres de acción y de pensamiento, fuimos tallados como pueblo con el resplandor del Libertador, de los Bravos de Apure, de Sucre, de todos los próceres vencedores del imperio español, los fundadores de la República, hijos de Bolívar, el de la visión larga y la audacia teórica de proponer acabar con la esclavitud que entendía la base material de la dominación imperial.
Somos un pueblo tallado a imagen y semejanza de los grandes. Estábamos momentáneamente aplastados por los vapores del nuevo imperio, de los gringos, del capitalismo, por la nueva esclavitud, y surgió Chávez a proponernos ser de nuevo el bravo pueblo que el yugo lanzó, a enfrentar al imperio.
Chávez Nos devolvió el espíritu de la batalla de Carabobo, de Araure. Volvimos a ser, al lado del hombre de las dificultades, el pueblo de las dificultades, nos dio razones sagradas por las cuales luchar. Rememoremos la arenga de Junín:
¡Soldados! Vais a completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los hombres: la de salvar un mundo entero de la esclavitud.
"¡Soldados! Los enemigos que vais a destruir se jactan de catorce años de triunfos. Ellos, pues serán dignos de medir sus armas con las vuestras que han brillado en mil combates.
¡Soldados! El Perú y la América toda aguardan de vosotros la paz, hija de la victoria, y aún la Europa liberal os contempla con encanto porque la libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del Universo. ¿La burlaréis? No. No. Vosotros sois invencibles".
Ahora esta arenga vuelve a tener sentido, somos un pueblo con una razón sublime para luchar.
Comandante, en esta hora difícil, cuente con nosotros, con el pueblo de Bolívar, de Fabricio, de Américo Silva. Lo acompañaremos, lo llevamos en el corazón.
Con su guía, concretaremos el sueño de los mejores hombres de la Patria, seremos dignos depositario de su llamarada.
¡Con Chávez!
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