Repasamos las elecciones primarias de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) del año 2012, para señalar las sustanciales diferencias entre los procesos y concepciones con el PSUV.
La primera característica de un proceso democrático es la transparencia. Y también que todos los electores y electoras que participan de ese proceso conozcan los procedimientos, condiciones y acuerdos de manera igualitaria.Es por eso que ayer, el vicepresidente del PSUV anunció las formas y condiciones en que se desarrollarán las elecciones internas para postulantes a las 335 municipalidades que conforman el territorio venezolano (ver nota aquí). Pero no solamente el PSUV presentará sus candidatos y candidatas, sino que la MUD también tiene lo suyo, ¿cómo han sido electos esos nombres? Hagamos un poco de memoria.
El 12 de febrero de 2012 -hace casi un año- se realizaron las internas de la MUD. Allí resultaron electos 276 candidatos y candidatas, mientras que otros 59 han sido escogidos por consenso. En esa ocasión, Radonski fue electo por el casi el 64% para candidato a presidente de la República. Estas internas fueron realizadas sin consenso ni plan previo, de manera que los electores no conocían el procedimiento, las posiciones y plataformas de los candidatos y candidatas, y mucho menos, el proceso de conteo de votos.
Si bien el Consejo Nacional electoral (CNE) se puso a disposición para coordinar el procedimiento, no lo aprobó como elecciones internas porque no cumplía con los requisitos necesarios.
Pero el nudo más problemático fue la incompatibilidad de cifras en cantidad de votos declarados por la MUD y lo que se vio en la calle ese 12 de febrero. Al culminar las elecciones, la MUD declaró 2.827.040 votos, el doble de sus estimaciones previas. Esto implicaba el supuesto que todas las mesas dispuestas ese día debían haber registrado un elector cada un minuto y medio. Sin duda, ello hubiese implicado larguísimas colas, de las cuales no existen registros fotográficos ni audiovisuales.
Las tristes elecciones internas de la MUD concluyeron con la misteriosa quema de los cuadernos de votación, el desecho de la tinta indeleble y la desaparición de las evidencias concretas y objetivas de unas “primarias” que nunca fueron. No sorprende, entonces, que el oportunismo haga desconocer estos procesos, como lo ha sido la candidatura de Capriles a la gobernación del Estado Miranda, sin que nadie lo haya elegido.
Evidencias que se suman una tras otra para demostrar que más allá de las siglas, la democracia está en otra parte.
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