Nicmer N. Evans
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Caracas es heredera de una estructura urbanística y política sumamente compleja. No sólo es el problema de sus cinturones de marginalidad, sino sus características topográficas, densidad poblacional e importancia política. Ser sede de los poderes nacionales, además de su imposibilidad de seguir creciendo ya que no tiene manera de extenderse en ningún de sus puntos cardinales, hace de Caracas la exsucursal del cielo, en medio de sus colas "infernales".
Esta breve caracterización se acompaña de una división político territorial casi inexplicable, donde la duplicidad de funciones, ámbitos territoriales y la burocracia sumergen la gobernabilidad y la gobernanza de la ciudad en un asunto caótico que hace prioritario para quienes amamos la ciudad que nos vió nacer o nos cobija, buscar una solución concreta.
Caracas es una ciudad contraria a la tercera edad, diseñada a golpes y trancazos, para los vehículos y para cazar dinero, pero no para producir riqueza material, espiritual o humana. Los amplios esfuerzos hechos en los últimos diez años lamentablemente no han sido suficiente, ya que ha sido imposible que la Alcaldía del Distrito Metropolitano cumpla su función: ser el articulador de las políticas públicas y director de la orquesta para armonizar todas las acciones conducentes para hacer de la ciudad un espacio geohumano mas amable.
EL bello rescate patrimonial iniciado por Freddy Bernal, y continuado por Jorge Rodríguez y Jaqueline Farías no ha sido suficiente, el asunto pasa por la tansversalización de acciones en cuanto a la aplicación estricta de normas y soluciones estructurales a los conductores, motorizados, peatones, comerciantes, economía informal, la recolección de basura, etc, en pocas palabras, es un problema de autoridad y mano dura, eficiencia y eficacia en la aplicación de leyes y ordenanzas, pero también pasa estructuralmente por el asunto de la participación activa del poder popular y de los medios de comunicación para concienciar a la ciudadanía.
Un ejemplo puntual es el asunto de los motorizados, que aúnque no todos, una mayoría lamentablemente es el reflejo de la sintomatología de la anomia que ha tomado las calles, pero lo peor es la resignación de nuestras autoridades, tanto fiscales como Policías Nacionales, que aceptan los abusos y reproducen los mismo, ante la jutificación del caos urbanístico. Y si te atreves a protestar o ha señalar al abusador corres el riesgo de la violencia urbana que lamentablemente se ha incorporado al amable carácter del caraqueño y el venezolano en general.
Este es un llamado a la reflexión a todas las autoridades y a usted ciudadano que también tiene un gran responsabilidad, mano dura de la autoridad y mano dura para la organización social podría ser parte de la solución, pero en el caso de Caracas, pasa por tener a un Alcalde Metropolitano que sepa su deber y lo cumpla también
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