La ansiedad es cierto miedo a lo desconocido que puede acercarse del estado de angustia. Se manifiesta por ciertos síntomas: dolores de cabeza, calores, rampas, palpitaciones nerviosas, grandes transpiraciones, tensiones, aumento del caudal de la voz, llantos e incluso insomnios. Si soy ansioso, puedo vivir el “estremecimiento de la angustia”: este estremecimiento procede del frío y me recuerda que tengo miedo.
Es un síntoma que me aprieta la garganta, que me hacer perder el dominio de mí mismo y el control de los acontecimientos de mi vida, impidiéndome usar el sentido común y el discernimiento.
También puedo sentir o bien un desequilibrio, o bien una desconexión entre el mundo físico en el cual puedo tener cierto control y mis percepciones con relación al mundo inmaterial para las cuales no siempre tengo explicaciones o comprensión racional.
Ya no tengo el control: el “cielo me puede caer encima” en cualquier momento! Puedo estar ansioso en cualquier situación: ESTOY VOLVIÉNDOME SOBRE LO CUAL LLEVO MI ATENCIÓN.
Ya no tengo el control: el “cielo me puede caer encima” en cualquier momento! Puedo estar ansioso en cualquier situación: ESTOY VOLVIÉNDOME SOBRE LO CUAL LLEVO MI ATENCIÓN.
Si mi atención está constantemente centrada en el miedo de esto o de lo otro, es cierto que viviré ansiedad que puede estar relacionada, de cerca o de lejos, con lo que se acerca al miedo a la muerte o a lo que podría recordármela.
La muerte, las cosas que ignoro o que no veo, pero que pueden existir, hacen subir en mí este miedo. Entonces, incluso si temo lo desconocido y si niego inconscientemente la vida y su proceso, coloco ahora mi atención sobre esto:
"Tengo fe en que me está sucediendo lo mejor, para mí, en el instante presente y en el porvenir. Los síntomas desaparecerán, así como el miedo a morir".
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