La lucha contra la especulación debe ser el principal foco de las políticas complementarias. Reforzar el control de precios para defender el poder adquisitivo de los venezolanos y venezolanas.
El viernes pasado, el Gobierno Nacional tomó una medida de ajuste económico: el cambio del bolívar frente al dólar pasó de 4,30 a 6,30. Mucho se viene diciendo sobre los efectos de esta medida y se utilizan conceptos como inflación para explicarlos. Pero desde el punto de vista de los intereses del pueblo, ese concepto está mal utilizado. Debemos hablar de “poder adquisitivo”, ya que lo que nos interesa es a qué podremos acceder con nuestro salario, cuál es su poder real.
El ajuste cambiario es un procedimiento mediante el cual las autoridades gubernamentales pueden reajustar el valor de la moneda nacional (el bolívar) en relación a las reservas existentes de la divisa que lo sustenta (el dólar). Esto ocurre, por ejemplo, cuando se pierden reservas por grandes volúmenes de importaciones, por fuga de capitales en el mercado ilegal o por reducción de ingresos por exportaciones.
¿Qué sucedió en Venezuela para que se haya recurrido al ajuste cambiario? Una combinación de los primeros dos factores. El volumen de importaciones de productos de consumo básico todavía es alto, si bien se modificó en rubros importantes, como los productos alimenticios. A su vez, la existencia de un mercado paralelo del dólar, donde operan las empresas privadas más grandes (nacionales y extranjeras), generan la existencia de un tipo de cambio que altera el mercado de los precios. Debemos considerar, además, que el Estado ha decidido realizar fuertes inversiones en el sector social, con históricos avances en materia alimentaria, de salud y educación, vivienda y transporte. El modelo económico de la Revolución Bolivariana, que cuenta con el masivo apoyo del pueblo, ha decidido utilizar las regalías petroleras en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas venezolanos. Esto implica, necesariamente, no apostar a otros sectores de la economía, como lo es el sector financiero.
Lo cierto es que esta medida ha tenido repercusiones mediáticas en las que se ha dicho de todo. Analicemos la cuestión. Es una posibilidad que, cuando un ajuste cambiario se toma sin otras medidas complementarias, pueda generarse inflación. Esto pasa si los precios no son debidamente controlados. Pero en Venezuela existe un sistema de control de precios desde el año 2003, a través del Indepabis, que deberá ajustarse y ampliarse en los próximos días para evitar un crecimiento de la inflación.
Por otro lado, el Gobierno nacional continuará defendiendo el ingreso de los venezolanos, garantizando la actualización periódica de los salarios para contrarrestar los efectos en los cambios de precios, que ocurren en todas las economías del mundo y que en otros momentos de la historia nacional han sido mucho más altos. Lo que los analistas apocalípticos se cuidan de decir es que entre 1983 y 1998, durante la Cuarta República, el promedio de inflación fue del 40,29%, mientras que desde 1999 a 2012, la Revolución Bolivariana logró bajarla casi a la mitad: al 22%. Claro está, sin comparar los modelos económicos. Lo que no consideran es que hoy Venezuela ha reducido a la mitad los niveles de pobreza de aquellos años. Por eso, debemos considerar la ampliación del acceso a los bienes públicos: alimentos a bajo costo, educación y salud gratuita y de calidad, inversión en transporte urbano, construcción de cientos de miles de viviendas, entre otros.
Ajuste cambiario y especulación: ¿quién se favorece?
Otro factor que genera inflación es la especulación. Cuando un gobierno anuncia un ajuste cambiario debe actuar con rapidez para evitar que esto suceda. La inflación producto de la especulación es un efecto negativo del ajuste cambiario que puede generarse de forma inmediata si no es controlado. Por eso, el ministro de Planificación y Finanzas fue claro al advertir que esta medida se toma durante los feriados de Carnavales y con intenso trabajo en estos días, ya que buscan contrarrestar el accionar de los especuladores.
Los especuladores son quienes controlan el precio de los productos, es decir, los grandes productores y las cadenas distribuidoras. Cuando se comienza a rumorear la posibilidad de ajuste cambiario, los especuladores acaparan los productos, de manera que una o dos semanas después puedan colocarlos en el mercado a un precio muy superior. Esta especulación, sumada a la necesidad de consumo de determinados bienes, catapulta los precios. Salvo que sean debidamente y rigurosamente controlados. De la misma manera se especula con el dólar en el mercado paralelo, ya que esta moneda se sobrevalúa por la demanda desesperada que estas medidas generan en países con una cultura monetaria arraigada en el dólar. Si bien Venezuela ha realizado cambios en este sentido, la cultura y el sistema cambiario de arraigo al dólar siguen siendo dominantes.
A eso debe sumársele la existencia de un mercado paralelo muy grueso, controlado principalmente por las empresas privadas y multinacionales que lo utilizan para el lavado de capitales y la fuga de divisas.
El escenario que se presenta en la economía venezolana requiere que desde el Gobierno Nacional se reimpulse el sistema de control de precios de consumo básico, medidas en línea con las que viene tomando el Gobierno nacional con efectividad en los últimos años. Para ello, se considerará qué productos de consumo masivo deberán mantenerse en los mismos precios. En Venezuela existen los mecanismos institucionales para realizar estas medidas, a diferencia de otras épocas donde los precios los determinaba el mercado de divisas.
Al mismo tiempo, será necesario seguir fortaleciendo la producción nacional de artículos de necesidad básica y manufacturas, desarrollando cada vez más un sistema monetario basado en el bolívar y el sucre. Si estas medidas son acompañadas con una fuerte política de control de la especulación, la matriz económica nacional se verá favorecida.
No obstante, las medidas deben ser asumidas cuanto antes, porque la especulación está en marcha. En el día de ayer, la multinacional Colgate-Palmolive anunció que está reevaluando su estancia en el país. De la misma manera, algunos medios masivos informaban la misma tarde del lunes que productos básicos como el azúcar y la harina se venden por las redes sociales a 10 y 15 bolívares, cuando el Indepabis fija sus precios en 5,88 y 5,93 bolívares, respectivamente.
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