Por: Javier Antonio Vivas Santana | Miércoles, 22/05/2013 07:17 PM
No faltará quién nos ataque como divisionistas en el más del 51% de quienes votamos por Nicolás Maduro para la presidencia de la República. Pero visto los últimos acontecimientos, incluido el proceso electoral del 14 de Abril de 2013; es obvio, que el sentimiento político del chavismo se está perdiendo, y peor aún, aunque se realicen pregonadas cátedras de pensamiento sobre Hugo Chávez, eso no garantiza la existencialidad de las ideas, de quien fuera nuestro líder en la reciente praxis política de la sociedad venezolana.
Los problemas que confrontamos la mayoría de los venezolanos (excepto las oligarquías) seamos afectos o contrarios al gobierno de Maduro están referidos con un día a día que no encuentra respuestas. Inflación desbordada junto con una escasez de alimentos y productos esenciales para la economía local, lo cual incide en brotes especulativos, trayendo consigo una pérdida inexorable del poder adquisitivo, es decir, detonante para la pobreza. Delincuencia cuya criminalidad pareciera que aumenta diariamente debido a la percepción de impunidad que rodean estos hechos. Funcionarios públicos que ostentan bienes inmobiliarios y lujosos vehículos en corto tiempo, aunado con una evidente situación de cansancio político han puesto contra la pared el proceso que hace 14 años iniciara Hugo Chávez.
Y ante ello, debemos hacer analogía cuando entre 2002 y 2003; el pueblo estaba consciente de donde provenían los ataques. No sólo fue un Golpe de Estado que vimos con aquella nefasta autojuramentación de Carmona, sino como una élite de nómina mayor en Petróleos de Venezuela (Pdvsa) paralizaba las actividades de nuestra principal industria, condenando al país a la quiebra económica y cualquier tipo de penurias. No obstante, ese pueblo organizado junto con el líder resistieron tales hechos; no sólo en lo político sino en lo social.
En consecuencia, hoy resulta poco creíble culpar sólo a los acaparadores y especuladores de lo está ocurriendo con la economía. Si eso fuera así, bien Carlos Andrés Pérez en 1989, pudo haber dicho lo mismo, cuando en menos de 30 días, después de tener un caudal de aceptación cercano al 70% se le revirtió en las mismas cifras, al punto de originarse una explosión social. Por cierto, irónicamente Pérez fue apoyado por Fidel Castro durante la toma de su posesión (llamada coronación) quien visitó a Venezuela como invitado especial. Pero de eso nadie habla en la revolución. Así no podemos entender el presente, y menos corregir los errores hacia el futuro.
Hoy la necesidad de conducción política pareciera no encontrar rumbo. Para colmo, el principal vocero mediático de la revolución con quien hemos manifestado públicamente nuestras diferencias, pretende santificarse ante el colectivo, ante unas declaraciones, (donde se presume su voz); y en un ejercicio leguleyo y cantinflérico se justifica; al punto que intempestivamente se enferma y su programa se suspende hasta nuevo aviso. Y me pregunto: ¿Por qué no dejar frente al mismo a sus colaboradores? Creo que la respuesta es elocuente.
Decía Gramsci en Estado y Socialismo (1919) que para la revolución son necesarios hombres de mente sobria (p.2); que no dejaran sin pan a las panaderías, surtir a las fábricas de materias primas, que los productos industriales pudieran cambiarse por productos agrícolas, asegurar la integridad personal de la gente ante los delincuentes y no someter al pueblo a la desesperación ni la demencial matanza interna (p.3) ¿Esto se está cumpliendo? Por ahora, veo que el Chavismo sin Chávez se está convirtiendo en una utopía. ¿Ustedes qué piensan? Por mi parte comienzo a preocuparme...Hay signos muy evidentes de traiciones y debilidades.
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