viernes, 2 de noviembre de 2012

CLODOVALDO HERNÁNDEZ: "PARA LOS DEMÓCRATAS MEDIÁTICOS, LAS MAYORÍAS DECIDEN Y LAS MINORÍAS INSULTAN"

"Y si alguien osa devolverles algunos de sus insultos, tendrá que entenderse con las ONGs de siempre, la CIDH y demás cortes interplanetarias. ¡Qué democráticos!".


Minorías que insultan a la mayoría
Por: Clodovaldo Hernández


A los demócratas de raigambre liberal les encanta decir que "en democracia, las mayorías deciden y las minorías acatan". Los demócratas mediáticos, en cambio, están convencidos de que las mayorías deciden y las minorías insultan (a esas mayorías).

Bajo ese sacrosanto precepto, la Alianza de Articulistas Antichavistas (la venerable Triple A) se ha dedicado a maldecir al pueblo en todas las formas que sus fértiles imaginaciones han concebido.

Hay que aclarar que no se trata de afrentas y humillaciones contra el líder. De eso también sabe mucho la Triple A, pero es otra cosa. Del 8 de octubre en adelante, le han dicho de todo, incluyendo el mal del que se van a morir, a los votantes victoriosos, a los ganadores de una contienda democrática, que por eso mismo merecían -según la norma liberal- un mínimo de respeto.

Los demócratas mediáticos no le perdonan a la gente que, una vez más, haya votado mayoritariamente por el comandante de sus tormentos, y por eso se han dedicado a ametrallar a las masas de vituperios y anatemas. Su razonamiento es claro: serán mayoría pero son brutos, aprovechadores, pedigüeños, holgazanes... "El de Venezuela es un pueblo envilecido por las dádivas", escribió un connotado literato, analizando el resultado electoral para un periódico español de mucho prestigio. Y en estas mismas batipáginas y por este mismo batiperiódico (así decían en el viejo Batman, muchachos, no el que ustedes conocen), se ha sembrado profunda la convicción de que los partidarios de Chávez son tan inmorales e indignos que cambiaron sus votos por electrodomésticos.

En el imaginario de los tripleases, quienes votaron por Chávez, absolutamente todos, lo hicieron por algún interés material: un cargo público, una beca, un crédito, una casa, una nevera y hasta una licuadora. Nadie lo hizo por convicción, porque crea en el rumbo que el proceso bolivariano ha marcado o porque, tras mucho reflexionarlo, haya considerado que Chávez era mejor opción que Capriles en esas elecciones específicas.

"¡¿Violencia?, violencia la de tu presidente!", ripostan -en tono nada afable, por cierto-, cuando se les hace ver que pintar -con trazos o con palabras- a la gente como parásitos y mantenidos, no es precisamente ir en son de paz ni en plan de reconciliación, sobre todo cuando se alude a la mayoría.

Las masas, según la doctrina de la democracia mediática, deben aguantar calladitas ese maremágnum de invectivas, a nombre de la libertad de prensa, que viene a ser más importante que la opinión de una mayoría tarada y chula. Y si alguien osa devolverles algunos de sus insultos, tendrá que entenderse con las ONGs de siempre, la CIDH y demás cortes interplanetarias. ¡Qué democráticos!

(clodoher@yahoo.com)


(El Universal)

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