En la entrada del Bicentenario de Terrazas del Ávila, hay una venta de alimentos donde el patrón es privado, alguien que explota a otro con la complicidad del burócrata al que la Revolución Bolivariana le asignó el proyecto
En la entrada del Hipermercado Bicentenario, ubicado en Terrazas del Ávila, hay una venta de tequeños, otra de cocadas, de chicha y un montón de pequeños locales que son atendidos por personas que reciben un salario mínimo.
¿Eso quiere decir que son empleados del Hipermercado Bicentenario? No. El patrón es privado, alguien que explota a otro con la complicidad del burócrata al que la Revolución Bolivariana le asignó la responsabilidad de dirigir ese proyecto.
La primera responsabilidad del burócrata de Hipermercado Bicentenario, después de ofrecer precios bajos (cosa que no ocurre mucho) debió ser la de liberar a esas venezolanas y esos venezolanos que están allí sometidos desde que esa bodega pertenecía al capitalismo.
¿Es muy difícil retirarle la “concesión” al capitalista y entregársela a los trabajadores? ¿Será que el patrón privado tiene una receta única para la producción de tequeños y churros? No, son los mismos que venden en cualquier esquina de Caracas… son franquicias.
El burócrata de Hipermercado debe decirle al capitalista que se vaya, que se lleve su carrito de chicha y después ayudar a las personas que lo atienden a organizarse y quedarse con todas las ganancias de su trabajo.
Hipermercado Bicentenario incurre en eso que el presidente Hugo Chávez denuncia todos los días: el levantamiento de una obra que no toma en cuenta su contexto. ¿De qué puede valer lo que de bueno tenga este mercado si su director o presidente es cómplice de la explotación del hombre por el hombre?
Peor que eso: permitimos que el capitalismo se siga aprovechando no solo de nuestras capacidades sino de las oportunidades. ¿Cuánto le costó a esos empresarios hacer el “punto comercial” en esa concurrida entrada? ¿Será que hay miedo de que decaiga la venta de tequeños y churros si los trabajadores asumen su propio negocio?
¿La explotación laboral de unos venezolanos en un establecimiento de la Revolución pudiera ser asunto de los inspectores de gestión perfecta? ¡Cómo no!
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