"La mesa parlante es una solución muy ingeniosa porque permite que la oposición participe de los debates políticos (o, al menos, de los mediáticos) cuando no hay nadie a bordo".
La mesa que habla, una película de Tim BurtonPor: Clodovaldo Hernández
Después de las elecciones de gobernadores en las que "sufrió un revés" (como dijo cierto personaje) o "quedó al revés" (como ilustró un caricaturista), la Mesa de la Unidad Democrática ha sido protagonista de un gran logro tecnológico –o tal vez esotérico-: comenzó a hablar, una facultad que se creía exclusiva de los seres humanos y de algunos loros, cotorras y guacamayas.
Usted está leyendo la prensa y se topa con sus declaraciones: "La Mesa expresó esto…", "La Mesa opina aquello…". De inmediato se pone a revisar con cuidado a ver quién fue el espécimen humano concreto que expresó las palabras objeto del titular periodístico y no lo encuentra. Usted, naturalmente, queda desconcertado, pues eso de objetos inanimados que conversan parecen cosas de comiquitas o de películas de Tim Burton. Pero se encuentra con la sorpresa de que sí, ¡esta mesa sí habla!
La mesa parlante es una solución muy ingeniosa porque permite que la oposición participe de los debates políticos (o, al menos, de los mediáticos) cuando no hay nadie a bordo. Si los líderes tomaron merecidas vacaciones en Aruba, París o Nueva York o si, después de la pela del 16-D, ninguno se siente con suficiente autoridad moral para decir nada digno, la Mesa llena el espacio con declaraciones seguramente más sustanciales que las de algunos de sus ocupantes habituales.
Además, la mesa vocera es ideal para el tipo de oposición que tenemos porque al declarar ella misma, sin mediación humana específica, diluye la responsabilidad de lo que se diga. Como no es nadie en concreto, si lo dicho es una barbaridad (algo que pasa a menudo), ninguna de las brillantes personalidades integrantes de la dirigencia opositora sale menoscabada en su prestigio. “Eso lo dijo la mesa, no yo”, se excusará, por ejemplo, un bronceadito Capriles.
En estos últimos tiempos, los parloteos de la señora Mesa se han dirigido fundamentalmente a Nicolás Maduro. Nuevamente colocada sobre sus cuatro patas, aunque todavía un poco cojitranca, Doña Mesa -personificando a una cuaima desatendida- le recrimina al vicepresidente su negativa a sentarse con ella (¿o en ella?). "La Mesa exige a Maduro dialogar sobre el futuro del país", rezan los titulares de prensa.
La imagen de esa reunión sería, por cierto, una gran primicia periodística y hasta cinematográfica: el vicepresidente sentado en una mesa vacía, dialogando con ella… ¡con la mesa! Por favor, llamen a Tim Burton para que haga la película.
(clodoher@yahoo.com)
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