En Venezuela, el 70% de los padres usa la violencia física para "educar", en vez de dialogar con los más pequeños. Aunque hace 23 años la ONU publicó su decreto para proteger los Derechos de la Niñez.
Hace 50 años era aceptable que una maestra golpeara a sus alumnos en las manos con una regla, por no saber las respuestas. Hace veinte, muchos padres daban palizas a sus hijos por “portarse mal”. Hoy en día, una nalgada o una bofetada son las armas que muchos progenitores usan para “corregir” problemas de la crianza que recibe el niño o niña, por parte de la misma familia y la escuela.
Sin embargo, desde 1998, año en que se creó la Ley Orgánica para la protección del Niño y el Adolescente, se contempla en el artículo 32 el derecho a la integridad física, que observa y denuncia los maltratos, así como la explotación, torturas, abusos o negligencias, que pueden afectar a los menores.
Por ello, los derechos de niños, niñas y adolescentes son una responsabilidad cotidiana, más allá de una declaración universal adoptada por ley. Aún el 70% de los padres manifiesta estar de acuerdo y utiliza la violencia física para corregir a sus hijos, según encuestas de Cecodap en cien escuelas. Esto ocurre en lugar de priorizar los espacios de diálogo, transmisión de experiencias y anécdotas, para que la familia conozca los problemas de cada miembro y los atienda, en lugar de evadirlos a través de la violencia.
Si la sociedad se comporta de manera violenta con sus hijos, necesariamente se reproduce una cadena de comportamiento desde lo familiar hacia lo social. Por ello, se debe evitar a toda costa la violencia familiar, con planes de formación para padres. En las escuelas, los maestros también están en la obligación de observar y denunciar cualquier síntoma de agresiones, de ahí que el diálogo constante entre padres y maestros sea vital.
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