sábado, 2 de marzo de 2013

Semblanza Revolucionaria de Alí Primera


En los 28 años de su fértil siembra

Por Ramiro Ruiz Primera
A 71 años de su nacimiento y a los 28 años de su fértil siembra en su dulce tierra paraguanera, en estos tiempos de definiciones que implacablemente incineran ideologías y nombres en exánimes cementerios de conversos; cuando tantas infamias y mentiras se levantan para en vano tratar de detener un proceso que, inexorablemente, redimirá las angustiantes condiciones de los sectores populares.
Era un hombre producto de mar y sierra. De personalidad abrasante como el sol de su península paraguanera y refrescante como la brisa que baja de la cercana serranía coriana. Cargaba sobre su conciencia de cantor todo el peso de los problemas y de las angustias de la patria. Y en su voz recia, marcada por todos los caminos de la venezolanidad, acrisolaba un mensaje combativo, telúrico, entrañable y explosivo; valiente y desafiante hasta la arenga, pero, a la vez, impregnado de una honda ternura y sensibilidad solidaria, enraizadas en palabras diáfanas y comunicadoras. Por eso todo el mundo se sentía y se siente identificado con sus canciones; por eso también, además de sentirse convocado por sus mensajes, el pueblo se siente camarada de su sombra y de su ejemplo que, cual fulgurante faro marino, aún ilumina trazos ciertos para el avance y el alcance de conquistas populares.
Alí fue y es expresión de pueblo. Y como tal, su corazón, carácter y voluntad de lucha estaban decididamente conformados, por las fibras más auténticas de su tierra y de su pueblo falconiano. Su conciencia e ideario se consolidan en su tierra paraguanera donde, desde niño, recibe las primeras lecciones revolucionarias. Su inicial periplo campesino en  su San José de Cocodite, su permanente contacto con trabajadores petroleros y su diaria interacción con los pescadores del pueblo de Las Piedras en su dura tarea artesanal, son elementos recios y esenciales que coadyuvan a su formación política y que, consecuentemente, guiarán su vida y su obra musical. Pero más allá de esa innegable raíz local, entrecruzada profundamente con surcos de medanales, su pensamiento estuvo siempre abierto –con dimensión solidaria- a las más lejanas luchas globales. Todo en él se resumía en canto de amor y denuncia y en permanente inquietud universal; porque era fundamentalmente un militante de la solidaridad ecuménica, tocado –como el Ché- por la angustia cósmica y el dolor ajeno, transido de auténticos y fraternales compromisos de hermandad.
Alí Primera (1941-1985), era un hombre hecho de solidaridad y para la solidaridad. Valor que se integraba plenamente en una canción de transparentes e inequívocos signos de combatividad, leal y comprometida, consustanciada intrínsecamente con el pueblo venezolano, el cual –sin distinción alguna- la ha tomado como propia, porque fue y seguirá siendo, una canción de permanente llamado por la unidad e identidad nacional; y, que no obstante, como río indetenible, nunca dejó de fluir en mensajes solidarios por Haití, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Uruguay, Paraguay, Colombia, Argentina, Cuba, Puerto Rico, Bolivia y Vietnam. Con ese canto, entronizado en su conciencia como irreductible barricada, toda su vida fue un constante ejercicio de patria solidaria y un tenaz e intransigente combate por la afirmación del hombre sobre territorios libres, soberanos y autodeterminados.
Esa canción de resistencia y de vanguardia, que para aquella y aún para esta época, se levanta como una herejía desafiante y propiciadora del debate, motivando la lucha tenaz y persistente por la liberación nacional, la acompaña Alí con un extraordinario esfuerzo por complementarla a través de la lucha y de la militancia crítica incansable; y, mejor aún, con la expresa intencionalidad de pensarla desde una realidad diferente a la que le dio origen y que, en la Venezuela Bolivariana de hoy, se reafirma con una vigencia premonitoria. De allí su carácter revolucionario y su contenido dialéctico de lucha que también lo enriquecía con su liderazgo y ejemplo, porque Alí Primera fue un hombre ganado para el avance tenaz y obstinado, sobre obstáculos y caminos, de escaramuzas y batallas. Un abnegado y combativo abrebrechas que, por encima de dolores y nostalgias, estaría feliz de ver concretar buena parte de su ideario con el avance crítico y sostenido de este Proceso Revolucionario.
A 71 años de su nacimiento y a los 28 años de su fértil siembra en su dulce tierra paraguanera, en estos tiempos de definiciones que implacablemente incineran ideologías y nombres en exánimes cementerios de conversos; cuando tantas infamias y mentiras se levantan para en vano tratar de detener un proceso que, inexorablemente, redimirá las angustiantes condiciones de los sectores populares venezolanos y cuando prácticamente nos asfixian con tantas y profusas campañas de desinformación en esta guerra mediática; quienes lo conocimos y compartimos sus sueños y esperanzas, sabemos que más allá de tanta podredumbre, sobrevivirá la Patria Buena de Alí Primera. Porque su canción  es una acerada barrera ideológica que, además de impulsar y dinamizar este proceso, también fortalece y resguarda sus valores y principios.

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