Aunque no ha sucedido todavía, una persona podría sufrir de forma indirecta el ataque de un virus informático: los marcapasos, desfibriladores y bombas de insulina implantados en muchos pacientes son también vulnerables al hackeo.
El año pasado un pirata informático diabético demostró ser capaz de controlar la bomba de insulina de otra persona situada a corta distancia con un sistema programado por él mismo. Al poco tiempo, otro hacker hizo una demostración similar con un maniquí portador de una bomba de insulina, que consiguió vaciar desde su ordenador, situado a gran distancia de la víctima.
Por otro lado, estos dispositivos son, al igual que otros, vulnerables a errores de programación y fallos de software: "La premisa es que todo software tiene fallos, y todos son fallos humanos, aunque no lo parezca. La mala interpretación de los datos por el software es un error humano al programar, la mayoría de las veces sin querer, unas veces es por despiste y otras, por pura negligencia", ha explicado a SINC Álvaro González, de Kanteron Systems, una empresa de software para dispositivos médicos.
Sin embargo, las compañías están mejorando los sistemas de seguridad de este tipo de aparatos, incorporando elementos a prueba de ataques y de fallos en la programación. Además, los expertos sugieren también que se realicen auditorías externas de los códigos fuente, y también la incorporación de dispositivos de firewall que los pacientes puedan llevar colgados del cuello.
La legislación también deberá adaptarse a los nuevos avances tecnológicos. Según informa SINC, la normativa que regula los dispositivos médicos data de 1990, 1993 y 1998, por lo que es necesario actualizarla. La Comisión Europea espera adoptar nuevas medidas en 2014, que entrarán en vigor entre el 2015 y el 2019.
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